miércoles, 23 de enero de 2008

9) Me gustaría saber cómo hacer formas de gobierno que sean menos falibles y menos propensas a la corrupción que las actuales

Bueno, este es el tema de nunca acabar. A muchos adultos les fascina hablar de política, y cuando comienzan a poner ejemplos que "demuestran" sus tesis, las conversaciones suelen durar horas. Además, no pocas terminan a porrazos...

Para mí, lo difícil del tema radica en que -hasta ahora al menos- las teorías políticas no pueden ser expresadas en lenguaje matemático. La Física, por ejemplo, sí goza de esa ventaja. A nadie en sus cabales se le ocurre hoy en día formular la Ley de la Gravedad de otra manera no sea F = k (m1 * m2) / r2. Sin embargo, hay miles de opiniones sobre como se debe hacer para vivir mejor, y la única forma de averiguarlo es haciéndolo, aunque te lleves entre las patas a buena parte de la Humanidad.

Yo aspiraría aquí a tratar de extraer lo esencial de los temas políticos actuales, sin caer en casos particulares. Pero una cosa es decirlo, y otra muy distinta el hacerlo. Veremos si lo logro.

Lo primero que me gustaría decir es que si alguien me preguntara qué creo yo que pueda considerarse el sumum de la creación humana, no le contestaría que el Arte -música, pintura, escultura, baile, canto, etc-, ni la Ciencia, como muchos pueden suponer. Le diría que el sumum de la creación humana son las leyes. Creo firmemente que eso es lo que verdaderamente nos diferencia de los otros animales y hace que este mundo se aparte aunque sea un poco de la barbarie y tienda a ser un lugar agradable para vivir.

Y sin embargo, todos sabemos también que las leyes son creaciones imperfectas, y que por mucho que se pulan, la mayoría de las veces presentan lagunas y huecos por donde escapan los delincuentes. Eso, hablando de lugares en donde haya habido la intención de crear leyes democráticas que beneficien a los Hombres y les ayuden a vivir en libertad. Porque también hay lugares en donde las leyes existen, pero están diseñadas para dominar y someter. Y otros en donde ni siquiera existen, o más bien, sólo existe la Ley de la Selva.

Pero quizás lo mejor sea comenzar por tratar de definir algunas cosas. Por ejemplo, definir el objetivo. Me gusta pensar que el objetivo de la política debería de ser lograr la libertad e independencia de los seres humanos. Y como corolario o consecuencia de ello, dotar al Hombre de las condiciones necesarias para que sea feliz. Fíjense que no pongo como objetivo del estado el lograr directamente que el Hombre sea feliz, sino el darle las herramientas para ello, siempre que él las sepa y quiera usar. Que cada uno las use como considere conveniente. Me parece que la diferencia es importante.

Pero una definición nos lleva a otra: ¿y qué es ser libre?. Pues yo diría que es poder vivir según tus ideas y tu concepción del mundo, sin verte obligado por nadie a hacer lo que no quieras, excepto por el hecho de que tu libertad termina exactamente en donde empieza la de tu vecino.

Aunque no soy religioso ni pretendo encontrar las respuestas a todo en la Biblia, ni en el Corán, ni en ningún otro libro antiguo, me encanta una frase que le atribuyen a Jesús de Nazareth, cuando dice: "Amáos los unos a los otros como si fuérais vosotros mismos". Me parece una frase genial, que expresa en unas pocas palabras la esencia de lo Humano en el sentido más noble del término, y el germen del concepto que llamamos "libertad". O dicho con palabras más comunes: "No le hagas a los demás, lo que no quieres que te hagan a tí".

Claro, aquí hay varios "peros". El primero es que el Hombre, además de humano, es un animal. Y como tal, compite y está sometido a las mismas leyes evolutivas que el resto de los seres vivos. Es decir: "que triunfe el mejor". Ya había dicho que la Historia del Hombre es la Historia de sus guerras. Y no es por gusto. La Selección Natural es el mecanismo responsable de que estemos hoy aquí. Si -pongamos un ejemplo algo exagerado, pero que resalta mi punto- en la sopa orgánica original de la que salieron los primeros coacervados hubiera existido pena y compasión por las moléculas mal formadas, seguramente las formas superiores de la materia orgánica no se hubieran dado. De manera que es como si dentro del Hombre existieran dos tendencias, una que le susurra en el oído derecho: "mata e imponte a tu enemigo" y otra que le susurra en el izquierdo: "ayuda a tu semejante y déjalo ser como él desea".

En cierta forma, el papel del gobierno debería de ser garantizar que ninguna de las dos tendencias lograra superar a la otra, pero sin estropear la competencia. Porque estropearla podría significar el fin del desarrollo, en un sentido completamente literal. No es cosa de permitir que el Hombre se entregue totalmente a sus instintos más bajos, pero tampoco de intentar eliminarlos por completo, porque estaríamos luchando inútilmente contra nuestra propia naturaleza y nuestros genes. Aún para políticos inteligentes y abnegados, este equilibrio es tan difícil de conseguir -para decirlo con una frase del argot popular mexicano- como chiflar y comer pinole al mismo tiempo. Pero si además tenemos en cuenta que ése no es precisamente el tipo de político que abunda por estas tierras... ¡Que Dios nos coja confesados!.

En pocas palabras: el paradigma es que todos pudieran vivir según sus ideas. Los problemas comienzan cuando alguien quiere que TÚ seas el que vivas según SUS ideas.

El siguiente "pero", se pondría de manifiesto en cuanto lográramos conjurar el primero. Supongamos que ya existe el gobierno capaz de suministrar las herramientas e instrumentos legales (leyes) necesarias para que la gente los use y logre la felicidad. Ahora tendría que haber gente que supiera usar esos instrumentos para lograr materializar sus ideas de cómo se debe vivir y ser feliz. Pero es muy difícil tener ideas sin la educación necesaria. Y a su vez, es muy difícil dedicarse a adquirir la educación necesaria, con el estómago vacío.

De nada valdría llegar a las montañas de Oaxaca repartiendo laptops gratis entre los campesinos, porque no sabrían qué hacer con ellos. Primero tendrían que aprender a hablar español. Luego, a leer y escribir. Y luego, aprender miles de cosas sobre el mundo, antes de comprender la importancia y las posibilidades de esa herramienta. Y si nos damos cuenta de que aún con una buena educación es difícil competir en el mercado laboral, comenzaríamos a tener una idea de lo remoto que está para ellos la solución a sus problemas de marginación y pobreza. Y como no pueden estudiar porque tienen que comer, si no los ayudamos les resultará muy difícil salir por ellos mismos de ese círculo vicioso.

La gente es pobre no porque se lo haya propuesto como meta o porque fue empujada a ese estado por un grupo de inmisericordes capitalistas de Wall Street con sombrero de copa y levita negra, como querían hacernos creer los comunistas, sino porque sencillamente no todos los hombres somos iguales. Los hay más inteligentes y más brutos, más trabajadores y más vagos, más arriesgados y más miedosos, más buenos y más malos, mas bonitos y más feos... Las clases sociales son, en definitiva, la expresión natural de la diversidad humana. Además, todos hacemos falta. Lo mismo los obreros que los campesinos, los patrones, los comerciantes, los científicos, los maestros o los industriales. Ninguna sociedad funcionaría sólo con industriales, sin obreros. O sólo con obreros, sin industriales. Pero eso no quiere decir que un individuo que nazca en una clase, no pueda salir nunca de ella. Hacia arriba o hacia abajo. Depende de él. Es un atributo de la libertad. Y creo que el interés general de la sociedad pasa por el facilitarle en algo el paso a los que estén dispuestos a mejorar con su esfuerzo.

De la misma forma, es iluso pensar que dichos campesinos puedan siquiera entender las ventajas que reporta tener una democracia. Supongamos que llegamos a uno de esos pueblos y que alguien nos pide que le expliquemos qué es una democracia. Entonces le decimos al campesino: "En una democracia, nadie puede impedirte que vayas a dónde tú quieras". Me imagino que el campesino me nos mire asombrado y nos diga: "Pero es que yo ya puedo ir adonde quiera". Claro, su concepto de "adonde quiera" es muy reducido: quizás sea el río, la casa del vecino, o el pueblo cercano. Ni pensar en Europa, las universidades, las grandes obras de arte o los museos. A lo mejor me pregunta: "Y entonces yo podría ir a Estados Unidos sin tener que pasar la frontera escondido?". Y le tendría que decir que no. "Vaya, entonces no es tan bueno como dicen eso de la democracia" -estoy casi seguro que pensará-. Pero en mi afán de convertirlo en un admirador de la democracia, le diría entonces: "Además, en una democracia puedes leer o escribir lo que tú quieras". La respuesta sería seguramente: -pero es que yo no sé ni leer ni escribir...- Una suerte parecida tendría el resto de mis argumentos para intentar hacer una apología de la democracia.

Para que pueda existir una verdadera democracia, la gente tiene que tener la educación necesaria para poder entenderla y aprovecharla. José Martí lo resumió en una frase genial: "Ser cultos, para ser libres".

Por eso considero que una de las principales tareas de un gobierno es brindar educación de buena calidad a sus gobernados. Los detalles podrían discutirse. Por ejemplo, creo que la educación primaria y secundaria podría ser obligatoria y gratuita. Y eso de obligatoria iría en serio: niño que me encuentre vagando por la calle o vendiendo chicles o pidiendo limosna, busco a sus padres, los castro, y les quito la Patria Potestad. Punto. Y sin amparos...

Sin embargo, para enfrentar el reto de la educación universitaria, que es mucho más cara, me parece que se podría implementar un mecanismo de préstamos blandos (a largo plazo y con muy bajos intereses).

Lo cual no quiere decir que nos pongamos como meta que todos sean doctores, abogados o ingenieros. Eso sería tan iluso como elaborar un plan para que todos los seres humanos seamos bonitos e inteligentes.

Independientemente de que el concepto de belleza es relativo y ha variado a lo largo de los siglos, si alguien viene a tratar de enrolarme en un proyecto para lograr la belleza universal, yo pensaría que el tipo está loco de remate. O bien, que me quiere engañar con algún propósito malvado.

Y al menos mientras nuestro Hombre por encargo no sea un hecho, la inteligencia seguirá teniendo una distribución estadística que corresponde a la Gaussiana o Campana de Gauss, con unos pocos muy inteligentes en un extremo, unos pocos muy brutos en el otro, y una mayoría con IQ mediano en el centro.

En este sentido, el paradigma podría consistir en lograr que TODO EL QUE QUIERA, encuentre cerca una escuela en donde estudiar. Que no quede un solo cerebro sin llegar hasta donde su inteligencia, sus huevos y su voluntad le permitan. Sin limitaciones por el estrato social de donde provenga. Pero no palear a la gente a las escuelas, ni regalarle el dinero para que coma.

Antes de proseguir exponiendo mis ideas sobre política -un poco desordenadamente, admito- y en aras de avanzar hacia el título de este acápite, o sea, qué formas de gobierno serían mejor, creo que debo de dejar bien establecido un punto: el hecho de que yo critique, encuentre y ventanee algunos problemas de las democracias, como procederé a hacerlo en breve, en ningún momento indica que yo no estoy de acuerdo con ese sistema. Luego de sufrir en carne propia 32 años de dictadura comunista, he quedado completamente vacunado contra cualquier intento de justificar una dictadura con el motivo que sea. Ni de derecha, ni de izquierda. Y mucho menos religiosa o fundamentalista.

Pero bueno, pasemos a despacharnos con la cuchara grande: uno de los principios fundamentales de la democracia, es que gobierne la mayoría. Incluso, la etiología de la palabra -que proviene del griego- así lo establece: "gobierno del pueblo". Visto así, a vuelo de pájaro, parece muy bien. Como al fin y al cabo algo hay que establecer, parece lógico que se establezca el criterio de la mayoría. Esto contiene implícitamente la idea de que es muy difícil que la mayoría se equivoque, siempre escogerá la mejor opción. Verdad?.

Falso. La mayoría SÍ se puede equivocar en toda la línea. "Irse con la de trapo", utilizando una frase del slang beisbolero cubano que significa hacerle swing completo a una bola falsa, o sea, caer en una trampa. Basta con un buen demagogo que le pinte un futuro color de rosa, aunque en el fondo no tenga puta idea de lo que esté diciendo. La Historia está llena de ejemplos: Hitler, Mussolini, Fidel, por sólo mencionar algunos recientes. Y aunque ni los hombres más cultos están a salvo de ser engañados, en la misma medida en que la mayoría de un pueblo esté compuesta por gente sin buena educación, es más fácil que sea manipulada por los demagogos y los malvados. Otro punto a favor de la educación.

De manera que si no me entendieron mal, se habrán dado cuenta que estoy tratando de decir que la democracia se basa en una falacia. ¡Qué horror! Si eso es así, ya para qué seguir? Bueno, hay que seguir porque lo demás es peor. Qué otros sistemas políticos han existido? La sociedad primitiva, el matriarcado, el esclavismo, el feudalismo, la monarquía, el comunismo... Si Ud. tiene algo mejor, dígalo para ensayarlo. Creo que el que mejor ha expresado esta idea fué Sir Winston Churchill, cuando dijo con esa mordacidad que lo caracterizaba y que lo hizo el ídolo de los ingleses durante la Segunda Guerra Mundial: "La democracia es el PEOR de los sistemas políticos... exceptuando a todos los demás".

También Abraham Lincoln pronunció una frase al respecto: "Se puede engañar a toda la gente una parte del tiempo, se puede engañar a parte de la gente todo el tiempo, pero no se puede engañar a toda la gente, todo el tiempo". Lo cual en mi modesta opinión, parece cierto. Pero no me devuelve los 50 años de dictadura comunista a la que ha sido sometida mi patria por un despreciable caudillo paranoico y asesino, con ínfulas mesiánicas.

Aún dando por bueno el principio, otro problema indudable de la democracia es cómo lograr una buena implementación en la práctica de la idea central, o sea, el famoso gobierno del pueblo. Hasta ahora, lo normal es constituír varios grupos o "poderes", y repartir el mando entre ellos, no dándole a ninguno el control total del pastel, de manera que unos hagan de controladores de los demás. La idea es evitar que uno de los grupos se haga con el poder total, y de esa forma prevenir las dictaduras. Las dos variantes más frecuentes de las democracias son la variante presidencialista, y la variante parlamentaria. Dentro de esta última, incluso, hay implementaciones que incluyen la existencia de una figura real con atribuciones más protocolares que prácticas, posiblemente para satisfacer la necesidad atávica de algunos a ser comandados por un líder absoluto.

Hasta ahí no vamos tan mal. Así que tres poderes: Ejecutivo, Judicial y Legislativo. Cada uno con sus atribuciones y facultades. Parece lógico: el Legislativo hace las leyes, el Ejecutivo las implementa y hace cumplir, y el Judicial castiga al que no las cumpla. Perfecto. Queda un punto, y es ahí donde la voluntad del pueblo se hace sentir: en general, los principales funcionarios de dichos poderes son elegidos por el pueblo mediante elecciones libres y secretas. Libres porque en principio todos podemos votar por quien nos plazca, y ser votados. Secretas, porque nadie está obligado a exponer públicamente su voto, para así evitar que un candidato pueda intimidarte con represalias si no votas por él.

Y es precisamente a causa de que los funcionarios son elegidos, que se dice que representan al pueblo, el cual es el verdadero detentor o dueño, o de quien emana el poder, pero que delega temporalmente en ellos la capacidad de gobernar porque somos muchos y todos no podemos hablar al mismo tiempo. Vaya, está bien amarradito...

Sin embargo, es en los detalles donde el diablo comienza a enseñar sus pezuñas.

Incidentalmente, y para ir entrando en materia, una cosa que desde hace algunos años me ha llamado la atención es el pensar que si por ejemplo, para que te dejen realizar una operación quirúrgica legal, tienes que estudiar medicina durante 6 años de carrera, más 3 de internado, más otros 3 de especialización, es decir durante unos 12 años (los cuales, sumados a otros 12 de educación básica, da un total de unos 24 años de preparación antes de agarrar el bisturí); o para que te dejen diseñar un rascacielos, o un puente, o un coche, debes estudiar unos 6 años en una universidad y titularte de ingeniero, etc.; entonces, ¿porqué, para ser político, o sea, para crear o hacer cumplir las leyes, que son la máxima creación del Género Humano en la Tierra, lo único que la sociedad te exige es que seas simpático y tengas labia, aunque seas una ruina moral, más mentiroso que un esposo sorprendido infraganti y más ignorante y bruto que Canuto? Es como darle una pistola a un bebé. Y sin embargo, la Historia está llena de ejemplos de líderes orates, que con sus ideas absurdas han llevado a sus pueblos a la catástrofe. Y en muchos casos la gente los ha secundado de buena gana, al menos hasta llegar al borde del abismo. Evidentemente, Houston, aquí tenemos un problema.

El siguiente problemita surge de que nada garantiza que, una vez elegidos, los funcionarios "representen" efectivamente la voluntad del pueblo que los eligió y que delegó en ellos sus poderes para que los ejercieran en su nombre y beneficio. Es más, eso de "representar" a alguien, no está bien definido porque el mandar supone tomar decisiones constantemente, y sencillamente es imposible andar preguntándole todo el tiempo a todo el mundo qué hacer en cada caso. Por otro lado, también es cierto que sería inútil andar preguntando cosas a diestra y siniestra porque casi nadie es "todólogo", es decir, experto en todos los temas incluyendo los políticos, económicos, científicos, sociales, etc. Yo diría que en cada elección hay un voto de confianza y una ingenua esperanza de que el elegido se comporte según dijo que lo haría. Pero el poder, al menos para muchos, es una especie de droga que una vez probada, se convierte en adicción. Por supuesto que todos claman a voz en cuello ser los más fieles intérpretes y representantes de los intereses y deseos de sus electores. Pero los mecanismos de medición no están bien definidos ni completamente a salvo de trampas, incluyendo las propias votaciones, encuestas y pleibiscitos, las cuales son mucho más fáciles de manipular cuando ya tienes el poder en la mano.

De manera que la falta de un umbral moral y profesional bien alto como requisito de entrada, aunado a una función de "representación" no muy bien definida, dá como resultado que el ambiente político esté lleno de lo peor de la sociedad: mientras más ambicioso, vago, amoral y pendenciero seas, mayor probabilidad de que llegues a ser concejal, senador, representante, o hasta presidente. No digo que todos sean así, pero si Ud. es un político honesto, cuídese, que seguramente está mal acompañado. Mi abuelita, una campesina casi analfabeta pero con una inteligencia natural y una intuición envidiable, tenía una frase genial para describir el caso: "Al pájaro se lo conoce por la cagá". Lo cual era su forma de decir que la mejor forma de evaluar a alguien no es analizando lo que dijo, sino lo que hizo.

Sencillamente, luego de dos revoluciones y casi 200 años de independencia, no se explica que la economía dependa en tan gran medida de las remesas de los mojados y de la extracción de un recurso no renovable y contaminante que se acabará en menos de un siglo, que la educación pública sea un desastre, que la delincuencia y la falta de seguridad hayan alcanzado niveles intolerables y que la pobreza ronde el 50% de la población -nunca la reduciremos a cero, pero ese porciento es demasiado alto-, a no ser que admitamos que los políticos no han hecho bien su tarea.

Es más, si Ud. se fija un poquito, no le costará mucho reconocer que los políticos generan su propia mecánica, la cual la mayor parte de las veces no tiene mucho que ver con la realidad. Para esos tipos, su trabajo no consiste en un estudio concienzudo de los problemas de un país y un análisis y discusión franca e inteligente de sus posibles soluciones, sino en una serie ininterrumpida de zancadillas, escándalos y pleitos que más bien recuerdan a una escuelita con un mal director, o quizás un putero de arrabal.

Su única habilidad parece ser manipular las leyes en su beneficio. Por ejemplo, en México los sueldos de los diputados y senadores son unas 100 veces mayor que el salario mínimo, de donde podría deducirse que su productividad es 100 veces mayor a la de un obrero que reciba el mínimo. Pero nada más lejano a la realidad. La realidad es que son un grupo de ignorantes capaces de aprobar y darle rango de ley a cualquier bazofia, aunque contenga un rosario de estupideces y contradicciones, con tal de darle gusto a los líderes de su partido y de que los dejen robar a gusto.

Y no son caso aislado. Con mucha frecuencia, en todo el mundo los parlamentos están formados por una masa ignorante y manipulable al modo del dictador de turno, como es el caso de mi país natal, Cuba. Las entradas a sus recintos de trabajo muy bien podrían ostentar la famosa frase: "100 tontos no hacen un listo". Sólo que estos tontos, saben robar.

El tema de la corrupción también merece su párrafo. Dice un refrán que "El que parte y reparte, se queda con la mejor parte". Es un hecho bien establecido que el poder, corrompe. Y el inmenso poder que Ud. amasa si está en la cima de un estado, le permite asignar contratos para obras públicas a sus amigotes. Los cuales, claro está, le retribuyen el favor... Pregunta: Y los mecanismos de control? Respuesta: Bien, gracias. De qué modo se burlan los controles? Hay muchas formas. Una de ellas es establecer a modo las bases del concurso, de manera que nadie excepto la empresa que se desea beneficiar pueda cumplir con los requisitos iniciales. Otro, es que A, B y C se pongan de acuerdo para participar de manera que A y B pidan una cantidad absurda, 100 veces superior al costo real de la encomienda. Entonces C pide sólo 10 veces el costo real, y gana el concurso. Al final, C se las arregla para darle a A y a B una décima parte a cada una -para agradecerles por su participación y para que recuperen el costo de las bases-, otras 3 al funcionario que decidió otorgarle el contrato -por su generosidad-, y se queda con las otras 5. Quién perdió? Nosotros, los contribuyentes, que pagamos 10 veces más caro el trabajo. De vez en cuando estalla un escándalo al respecto. Pero no es más que la punta del iceberg: las 9 décimas partes de la corrupción permanecen bajo el agua. Esto es consustancial al sistema, y por lo tanto muy difícil de eliminar. Quizás, si el castigo por algo así incluyera la posibilidad de la pena de muerte, a lo mejor disminuiría un poco. Pero habría que probar los cargos de colusión, y esto no es nada fácil.

De qué otra forma se explica que tantos políticos se enriquezcan de la noche a la mañana? Incluso uno de ellos dijo alguna vez, haciendo gala de un descomunal y despreciable cinismo, una frase que ha quedado acuñada en la historia mexicana: "Un político pobre... es un pobre político". Nada más tristemente cierto.

Otro tanto puede decirse del Poder Judicial. Cuando pienso en abogados, casi siempre me viene a la mente un chiste que aprendí viendo el filme Filadelfia, con Tom Hanks y Denzel Washington. Luego que se hicieron amigos, un día llega Tom Hanks con cara de "te voy a contar un buen chiste" y le pregunta a Denzel Washington: -"A ver, 500 abogados encadenados a una roca en el fondo del mar, cómo lo llamarías?"- Denzel no sabe qué contestar, lo que Tom aprovecha para darle la respuesta: -"Un buen comienzo..."-.

Efectivamente, los conceptos de "abogado" y "trampa" son casi sinónimos en mi cerebro. Y no debería ser así, porque precisamente son los abogados los encargados de manejar las leyes, las cuales ya habíamos dicho que constituyen el sumum de la creación humana. Pero qué le vamos a hacer, los hechos son los hechos. Pocas cosas hay más torcidas y que me produzcan más repugnancia que un abogado hábil y sagaz, defendiendo a un criminal. Y los hay por montones. No en balde son la cantera de donde salen los políticos. O un juez aceptando un soborno. U organizándolo, como el reciente escándalo que se dió en el Tribunal Federal Electoral, en donde el Presidente del tribunal fué sorprendido pidiéndole gabela -a través de una funcionaria de su confianza- al posible vendedor de un bien inmueble para trasladar allí el propio tribunal. O la decisión del Tribunal Supremo exonerando al gobernador de Puebla que había sido acusado de abuso de poder y contubernio en el caso de la periodista Lidia Cacho, que fué secuestrada y vejada por sus secuaces porque se atrevió a criticarlo y a poner en evidencia sus contactos con las redes de prostitución y pornografía infantil. Con esas decisiones, y quieren que los respeten? No me jodan!.

Además, los juicios son procesos desesperadamente lentos, que transcurren como en una especie de estreñimiento crónico, y llenos de triquiñuelas como laberinto infinito. El burocratismo es sencillamente, agobiante. Y ni siquiera los juicios son orales, lo cual ayudaría un poco a evitar componendas en lo oscurito.

Incidentalmente, siempre he oído decir que las cárceles están llenas a reventar. Sin embargo, por otro lado resulta que sólo el 5% de los delitos denunciados (que en ningún momento representa el total de los cometidos, sino que es mucho menor) se resuelven y los criminales son encarcelados. Si estas dos cosas son ciertas, cabe preguntarse entonces quiénes son los presos, y cómo llegaron ahí. O habrá que suponer que si la policía y los tribunales funcionaran eficientemente habría que construír muchas más cárceles? Misterio.

Por otro lado, las cárceles no parecen ser una gran barrera que impida a los delincuentes ejercer su oficio. Según las propias autoridades, muchos capos continúan manejando desde ahí dentro sus bandas y viviendo con lujos casi como si estuvieran libres, pero ahora con la inobjetable coartada de que están presos y "no pueden" delinquir. Armas, drogas, mujeres... con dinero es posible todo. Hasta la fuga. La mayoría de las extorsiones telefónicas se hacen actualmente desde las prisiones, utilizando celulares. Se gastan millones de pesos en sistemas de bloqueo, y resulta que "no son 100% eficientes" y se siguen produciendo las llamadas. Será tan difícil imponer disciplina? O será que el dinero mantiene corrompidos a la gran mayoría de los funcionarios? Me inclino por lo segundo.

Lo que sí parece cierto es que en muchas ocasiones más tarda un mono en rascarse un ojo, que un juez en liberar mediante alguna argucia legal a los pocos delincuentes que agarra la policía. De manera que hasta las ganas de agarrarlos se le quitan a uno, porque resulta tiempo perdido. Aparte del peligro que representa para el denunciante, porque la mayor parte de las veces el criminal utilizará su libertad para tratar de vengarse. En fin, que nuestro sistema judicial también es una garra.

Pero para los que se sientan muy avergonzados, les puedo insuflar alguna esperanza diciéndole que los hay peores. Por ejemplo, en los países musulmanes las cosas son aún más malas. Recientemente, una mujer árabe que fué violada y se atrevió a denunciarlo, fué condenada a recibir 200 latigazos! Así que cornuda, y apaleada. ¡Vaya concepto de justicia!

Y qué decir del Poder Ejecutivo? El primer problema del Ejecutivo es que para alcanzar su objetivo de hacer cumplir las leyes, se apoya en demasiados organismos. Demasiados. Estos organismos constituyen una red burocrática inmensa, que es tremendamente ineficiente y que como no es productiva consume la mayor parte de sus recursos en salarios inútiles. Es más, los burócratas constituyen una especie de clan siempre insatisfecho y siempre en expansión, protegiéndose unos a los otros como buenos integrantes de la misma manada, aunque con ello no contribuyan en nada a mejorar la economía, sino al contrario, a empobrecerla.

Una consecuencia de esto es el surgimiento de los sindicatos mafiosos. En principio, los sindicatos son instrumentos mediante los cuales los obreros se defienden de los abusos y exigencias exageradas de los patrones. Su principal arma es la huelga, y sus dirigentes se eligen democráticamente según sus simpatías y habilidades. En la práctica, los sindicatos son organizaciones mafiosas que por un lado chantajean al estado con la posibilidad de paralizar determinados servicios públicos de primera necesidad (salud, transporte, electricidad, etc.) y por otro obtienen pingües ganancias a través de las cuotas de sus sindicalizados, los cuales se ven en la necesidad de pagar o ser despedidos. O peor, ser apaleados. Otras veces, en franco amaciato con los políticos, obtienen posiciones de importancia que les permiten desviar inmensos recursos del estado hacia campañas electorales, o sencillamente, hacia cuentas bancarias "de dudosa reputación". O venden sus servicios y manipulan a los obreros hacia posiciones que los ponen en franca desventaja, al revés de lo que deberían ser sus objetivos. Y aquello de la elección democrática de sus dirigentes hace tiempo que derivó en un descarado nepotismo.

Otro problema del Ejecutivo es su relación con el Congreso. Supuestamente, debería de ser una relación de respeto mutuo y cordialidad cívica. Aunque ni el Ejecutivo ni el Congreso tienen el poder total, sí tienen como objetivo común el hacer avanzar la economía y mejorar las condiciones de vida de la gente. Uno haciendo leyes, el otro haciéndolas cumplir. Pero es el caso de que con mucha frecuencia -y al que le siva el sayo, que se lo ponga- sucede que la cordialidad cívica se sustituye por una enemistad a muerte. Que el presidente necesita una ley? Ajá, entonces tendrá que ceder en algo que le interese al Congreso, aunque esto vaya en contra del equilibrio de poderes, que es el núcleo de la democracia.

Cuando los congresistas no atienden sus sagrados deberes sino que la ambición los ciega, suceden cosas como las que vimos últimamente con el IFE (Instituto Federal Electoral). El IFE fué una creación de Carlos Salinas, que aunque todo el mundo sospecha que hizo trampas en la elección de 1988 cuando la famosa "caída del sistema", y quizás para lograr precisamente algo de credibilidad, se propuso reformar una entidad anterior y crear un organismo independiente, que tomara en sus manos la responsabilidad de organizar, vigilar el desarrollo y divulgar los resultados de las elecciones, aunque al final ese resultado tendría que ser revisado y avalado por un Tribunal Electoral. En fin, que el IFE tiene atribuciones para imponer multas a los partidos si estos cometen faltas, como pueden ser (y fueron) sobrepasar los límites de gastos en las campañas electorales. Y como los partidos -que es lo que es realmente el Congreso- están constituídos por una bola de inútiles que viven de las cuotas que el propio estado les reparte -nuestra democracia es la más cara del mundo, nosotros pagamos a los partidos, o sea, los partidos son un muy rentable negocio- las millonarias multas impuestas por el IFE les cayeron como patadas en las gónadas, y decidieron vengarse. La oportunidad se presentó rápido. El Ejecutivo necesitaba dinero para poder gobernar. La famosa reforma fiscal, que llevaba años de tira y jala, y que pretendía remediar la vergonzosa situación de una evasion fiscal de más del 50%, fué negociada a cambio de permitirle al Congreso descabezar al IFE. El Ejecutivo, cedió. Por supuesto que los nuevos funcionarios del IFE se cuidarán muy bien de ofender o multar a los partidos, porque tendrán miedo de que el Congreso los despida como hicieron con Ugalde. Y ahora tenemos el problema de que hemos puesto la zorra a cuidar el gallinero... Y para colmo, la reforma fiscal aprobada no resuelve el problema de la evasión fiscal, sino que se ceba de nuevo en los contribuyentes cautivos (los que precisamente pagamos impuestos) porque los congresistas tienen miedo del costo político que representaría obligar a los morosos a pagar. Exactamente lo contrario a lo necesario.

Pero lo peor es que el Ejecutivo se ha colocado él solito en una posición de desventaja, en donde para aprobar de aquí en adelante cualquier cosa, tendrá que enamorar al Congreso, que se comporta tan antojadizo e impredecible como adolescente en plena crisis de identidad.

El otro problema importante al que se enfrenta el Ejecutivo, es la corrupción policial y su consecuencia, la inseguridad ciudadana. Este problema es especialmente complejo e importante y merece un capítulo aparte, de manera que sólo lo mencionaré aquí "por arribita".

Ok, la economía mundial depende realmente de sólo dos negocios, al lado de los cuales la CocaCola y Microsoft parecen meros puestos de tacos: el comercio de armas y el comercio de drogas. Las cantidades que estas dos actividades manejan, igualan o superan a las economías "legales" de los países más desarrollados. En mi opinión, esta situación absurda es consecuencia de un mal manejo ontológico por parte de las autoridades: Si Ud. regresa a su casa y la encuentra inundada porque -por ejemplo- durante su ausencia se trabó el flotante del inodoro y el agua del tanque se está derramando, se le ocurriría comenzar a barrer el agua sin cerrar la llave de paso? Porque si no cierra la entrada, seguramente se quedará barriendo agua por el resto de sus días, sin lograr detener la inundación. Lo de las drogas es una situación parecida. De muy poco vale perseguir y detener a los capos actuales que manejan el negocio de las drogas, sin detener el negocio. Porque aunque Ud. tenga éxito y encarcele a todos los actuales, nada impide que en las siguientes 24 horas algún otro matón de segunda, que no había podido hasta el momento traficar porque el principal se lo impedía, considere que ha llegado su momento y se convierta en el siguiente capo. Y así, ad infinitum...

Y de qué depende el negocio? De la demanda. Es decir, siempre que haya demanda, habrá negocio y habrá criminales dispuestos a satisfacerla. Esto es una ley económica tan sólida como una roca. Ahora bien, porqué hay demanda? Porque las drogas crean una sensación de falso bienestar parecida a la sensación post-orgásmica y aunque a la larga sus efectos nocivos y adictivos destruyan al individuo, hay miles de gentes incapaces de pensar con claridad en estos temas que bien por inexperiencia o bien por falta de voluntad e inteligencia, caen en el vicio. Son estos individuos débiles, junto con la ilegalidad del tráfico, los que convierten a las drogas en un negocio tan rentable. Pero no podemos eliminar a los drogadictos, que en definitiva son las víctimas de este problema, porque sencillamente no podemos vigilar a todos los seres humanos con un 100% de confiabilidad, además de las implicaciones éticas que tal vigilancia personal e íntima traería aparejada.

De manera que si de veras queremos acabar con el problema de las drogas y no podemos eliminar la demanda, que otra posibilidad nos queda? Eliminar el negocio. Y cómo eliminamos el negocio? Eliminando la prohibición. Esto es para mí tan sencillo y tan evidente, que no puedo menos que sospechar de la complicidad o la estupidez de las autoridades al respecto.

Hay ejemplos en la Historia de casos parecidos? Felizmente, sí. En los años 20 en EU sucedió un fenómeno conocido como la Ley Seca. Resulta que en aquellos tiempos los moralistas religiosos lograron hacer aprobar una ley que prohibía el consumo del alcohol. La venta de cualquier bebida que contuviera alcohol, era ilegal. Y qué obtuvieron como resultado? Mucha gente, desesperada por consumirlo, generó una demanda que fue inmediata y hábilmente satisfecha por los criminales, que enseguida montaron una red de distribución clandestina que burlaba todas las leyes y policías, y cobraba el alcohol a precios estratosféricos. A la larga, lo único que lograron los moralistas con su ley fue que la mafia obtuviera el capital necesario para hacerse fuerte e invertir en negocios lícitos como casinos y hoteles. De paso, se creó una red de corrupción entre policías y autoridades que permanece hasta nuestros días.

Es muy difícil lograr que un policía mexicano -que gana cuando más unos 6 ó 7 mil pesos mensuales- ignore una oferta que duplica su sueldo si se hace el de la vista gorda ante el tráfico ilegal. Y más, cuando la otra opción es la muerte. Por el contrario, si eliminamos la prohibición el negocio se derrumbaría y a los criminales no les quedaría de otra más que abandonar el negocio e irse a otra parte. Seguramente no van a desaparecer porque hay otras muchas opciones de negocios ilícitos: la prostitución, el tráfico de órganos y el tráfico de niños, por ejemplo. Pero indudablemente, su poder económico se vería fuertemente disminuído con la consiguiente mejoría en la seguridad pública.

El problema de hacer esto es que -aparte de convertirse en el blanco seguro de los estúpidos moralistas- hoy en día la economía mundial depende fuertemente del dinero de las drogas, a través del lavado de dinero. Si eliminamos el negocio, casi seguro que produciríamos una recesión mundial. Hasta eso hemos llegado por no haber sabido resolver el problema a tiempo. Y no estoy seguro, pero sospecho que yo no soy el único que se da cuenta de ese aspecto del problema. Quizás nuestros políticos también lo sepan.

Y si eliminamos la prohibición -se preguntarán algunos- qué hacer entonces con los miles que se intoxicarán libremente con las drogas? Lo mismo que hacemos hoy en día con los que se emborrachan, digo yo. El alcohol y el cigarro también son vicios y producen daños. Pero si Ud. quiere fumar como chacuaco y emborracharse hasta caerse todos los días, lo puede hacer. Sólo que las probabilidades de que muera de cirrosis o de cáncer de pulmón serán elevadas en su caso. Y si comete un delito, se le encarcela. Y si muere, se le entierra. Y ya. Ud. y yo no fumamos ni somos borrachos, verdad? Vivimos rodeados de expendios de alcohol y cigarros, y logramos evitarlos. Pues bien, igual sucedería con las drogas.

Incidentalmente, no son sólo los criminales comunes los que comercian o han comerciado con drogas. Muchas guerrillas actuales se financian al menos en parte con el tráfico ilegal. Y hasta gobiernos, el del Fifo incluído. A todos ellos "se les caería el altarito", como decimos en Cuba. Incluso hace poco quedé estupefacto al leer una biografía de George Orwell (el seudónimo literario de Eric Blair, uno de mis autores favoritos, autor de 1984 y La Rebelión de la Granja) al enterarme de que su padre, que sirvió en el ejército de la Corona Británica en el norte de la India, era el encargado de supervisar la calidad de la producción de opio por parte del gobierno colonial inglés, con el objetivo de vendérselo a los chinos. Era un comercio legal, auspiciado por los ingleses, que querían hacer negocio sin importarle la suerte de los millones de chinos que consumían la droga. Como diría Ripley, "aunque Ud. no lo crea...". Así que veo con mucho escepticismo los baños de pureza de muchos.

Al respecto, bien vale decir algo que se me ocurre. Suponga que Ud. está contemplando una supercarretera moderna, con todos sus atributos: varios carriles en cada sentido, vías auxiliares a ambos lados, pavimento limpio y sin baches, tréboles de acceso en cada salida-entrada, señalización completa y bien diseñada, gasolinerías, baños, teléfonos, restaurantes y lugares de descanso cada cierta cantidad de kilómetros, etc. Y cuando Ud. pregunta -"y esta carretera, a dónde conduce?"- alguien le responde -"a ningún lugar, termina en un muro vertical"-. Seguramente, Ud. no creerá que tamaña inversión se haya hecho sin ningún objetivo. Es mucho más probable pensar que la carretera conduzca a algún lugar, verdad?. Pues bien, si el tráfico de drogas que en México tiene como destino principal los EU y aquí tiene como resultado colateral toda una gran secuela de corrupción, no veo posible que esa secuela termine abruptamente en la frontera, y que del lado de allá no exista una corrupción similar a la mexicana. Para distribuír la droga a los usuarios finales, tiene que existir una gran red que por su tamaño y organización debe ser la competencia de DHL o FEDEX. Es por eso que me molesta la arrogancia de algunos políticos gringos al calificar a México como país traficante. No es que no lo sea, pero no deberías tirarle piedras al vecino si tu tejado es de vidrio, no?. O sea, la verguenza del negocio de las drogas es una realidad porque existe un mercado y una prohibición. Y el mercado de México, aunque está en expansión, nunca llegará ni de lejos al tamaño del mercado de EU, que ya existe desde hace mucho. Y de nada serviría que en México se liberara el consumo si ellos siguen encaprichados en la prohibición. Así que a sacarse la viga del ojo propio antes de criticar la paja en el del vecino, ok?

Hay otras muchas críticas que merece el Poder Ejecutivo, pero para resumir, podríamos decir que es la misma mierda que los otros dos. Los funcionarios y los policías, además de los jueces y los legisladores, se han ganado a pulso y son objeto del más profundo desprecio por parte la mayoría del pueblo. Al menos, eso siento yo.

Pero todavía hay un defecto grave que puede aplicarse en general a las democracias, aún las ideales: para combatir el crimen, el estado se impone a sí mismo el respeto de la ley. Esto, incluso, es visto con orgullo y como signo de civilización y modernidad. Sin embargo, los delincuentes no respetan la ley, obteniendo así una ventaja inicial casi insalvable. Si jugamos sucio, por así decirlo, o sea, si al perseguir el crimen actuamos sin respetar las leyes, automáticamente nos convertimos en delincuentes. El fin no justifica los medios. Y si respetamos la ley, jugamos con un handicap inicial que casi garantiza nuestro fracaso como proveedores de orden o procuradores de justicia. Y esto es un defecto de diseño, por decirlo de alguna forma. Es una contradicción estructural, no es un problema que ocurra casualmente.

Además, existe toda una mala ralea de tipos que se preocupan más por los abusos en Abu-Agrip, que por exterminar a los terroristas que tumbaron las torres del WTC matando a casi 3000 civiles inocentes. Los fundamentalistas islámicos siguen amenazando al infiel Occidente con la disyuntiva de convertirse al Islam o morir apedreados o decapitados, mientras los imbéciles de izquierda se preocupan por los derechos humanos de los prisioneros de Guantánamo. Qué humanos? Esas gentes dejaron hace tiempo de serlo. Quizás no lo fueron nunca. Para mí está claro que la única forma de lidiar con los terroristas es establecer leyes que excluyan de la condición de humanos a aquellos entes que cometan actos de terrorismo. Para decirlo en cubano, a esa gente hay que tratarlos "a patá po'l culo y buchito'e agua". Que al fin y al cabo es lo único que entienden, quizás porque es el trato que siempre han recibido a lo largo de los siglos, por parte de sus rajáes y sultanes. Son, usando las palabras de un amigo, "bolsones residuales de barbarie", y como tal merecen ser tratados.

No me cuesta ningún trabajo decir esto. Hay gentes que sencillamente, no merecen el perdón. Perdonar es un acto extremadamente humano y bello. Pero para comprenderlo así, se necesita considerar que el acto conlleva en cierta forma el arrepentimiento o cuando menos el agradecimiento del perdonado. Sin embargo, hay por ahí algunos tipos con los genes mal codificados, que interpretan el perdón no como un acto de humanidad, sino como un acto de debilidad, cobardía y sumisión. En vez de provocar en ellos los sentimientos de arrepentimiento, provocamos los de arrogancia y victoria. Por supuesto, a esos no se les puede perdonar, nunca. Hasta Jesús fue partidario de esta idea, cuando dijo: "No hay que tirarle las perlas a los puercos". Es decir, no hay que mostrar humanidad ante entes incapaces de comprenderla y asimilarla.

No puedo absolutizar, pero sí puedo decir que -usando mi lenguaje más diplomático- en mi opinión la cantidad de democracias que se apegan al modelo anteriormente descrito, es mucho mayor a lo deseable.

Qué solución tiene todo esto? Creo que más fácil es resolver a mano un sistema de ecuaciones de décimoquinto orden, que resolver esta maraña. Sin embargo, algunas ideas o más bien corazonadas, me vienen a la mente. Una de ellas es que el desarrollo de la informática va a ir desgastando la importancia y la necesidad del poder legislativo, al menos tal y como existe actualmente. Es decir, en la misma medida en que la gente tenga educación y acceso a las decisiones a través de sus laptops o cualquier otro tipo de terminal informática, se hará menos necesaria la existencia de un grupo que tome las decisiones en representación de la mayoría, porque será precisamente la mayoría la que diga directamente lo que quiere. Claro, eso no quita que la mayoría se equivoque, pero al menos atenúa la necesidad de mantener a esa partida de vagos dizque "legisladores", aparte de que es mucho más difícil sobornar a todo el mundo, sobre todo sin que todo el mundo se entere.

Además, muchos de los trámites que hoy están en manos de los funcionarios estatales podrían implementarse con el uso de un computador. Esto disminuiría las inmensas legiones de burócratas ineptos e insensibles con el consiguiente ahorro en salarios inútiles, aparte de que agilizaría cualquier gestión.

Otra mejora podría ser la habilitación de altos estándares de IQ, formación profesional y reputación moral para aspirar a un puesto público de importancia. Basta de demagogos simpáticos e ignorantes. Aparte de que sería muy conveniente que los elegidos no recibieran salario alguno por su trabajo sino que se conformaran con el gran honor de pertenecer al gobierno y representar a su pueblo. Estoy casi seguro que así nos libraríamos de la mayoría de los ambiciosos. Claro que esto implicaría que los aspirantes tuvieran algún medio de subsistencia distinto al oficial, pero esto no es tan difícil, sino que más bien es la regla: los políticos no salen de la nada, siempre tienen un oficio anterior. Y si no son capaces de mantenerse por sí mismos, mejor que no aspiren a ser políticos porque difícilmente sabrían enseñarle a los demás a hacerlo.

Y al menos por ahora, me quedé sin ideas. Revisando este follón, a la verdad que no me salió tan bien como hubiera querido. Pasé con singular alegría de los temas generales a los particulares y de ahí de nuevo a los generales, demostrando con ello mi inexperiencia y mi falta de oficio como escritor. Pero al menos, fuí sincero. Y me divertí. En fin, que me gustaría saber hacia dónde va a evolucionar la democracia.