sábado, 22 de diciembre de 2007

5) Me gustaría saber cómo va a resolver la Humanidad el problema de trasladarnos hacia otras galaxias.

Un problema que me ha preocupado desde que aprendí la estructura básica del Universo y su escala, es que prácticamente estamos presos. Aún viajando a la velocidad de la luz -la cual es absoluta, y la máxima alcanzable según la ciencia actual- demoraríamos unos cuatro años en llegar a la estrella más cercana. Y quince mil millones de años para llegar a los confines del Universo conocido. Los esfuerzos actuales por llegar a la Luna o a Marte, con todo y ser admirables, difíciles y hasta heroicos, resultan absolutamente ridículos si los comparamos con la tarea de viajar a las cercanías de una simple estrella que no sea nuestro Sol.

Eso siempre me ha producido una sensación de encierro. Y me resisto a creer que siempre será así. Pero cómo se pudiera resolver este problema? Para mí, la principal dificultad radica en que para encontrar la solución debemos dejar de lado la noción de la realidad tal y como la aprendemos desde niños, que es casi como dejar de ser. Estamos tan acostumbrados a pensar en un Universo de tres dimensiones espaciales y un tiempo irreversible e independiente del espacio, que sencilllamente nos cuesta demasiado el tratar de comprender otro modelo.

Este tema se toca en veinte lugares con la Filosofía. En primer lugar, qué es eso de "abandonar el modelo"? Es que la realidad no es absoluta? ¡Entonces los idealistas tenian razón! Bueno, es posible. Lo cual no les da ningún derecho a decirme que no puedo comer carne los viernes o que tengo que ir a darle la vuelta a una mugrosa piedra negra. La cosa es tan difícil como lo puede ser para un ente que viva en un mundo bidimensional ("largo y ancho"), el imaginarse una tercera dimensión (el "alto"). Y sin embargo, la tercera dimensión espacial es para nosotros algo intuitivo e innegable.

Hablar y pensar sobre estos temas me produce la sensación de estar al borde de un abismo insondable y magnífico. Me recuerda la escena final de 100 Años de Soledad, cuando el último de los Aureliano descifra y lee en los manuscritos de Melquiades su propio futuro, que transcurre y se convierte en presente casi al mismo tiempo, mientras un viento arrollador acaba con todo. Las obras maestras siempre sugieren los grandes temas de la Filosofía. Lástima que ésta la haya escrito un hijo de puta. Pero bueno, regresemos al grano.

Me gusta pensar en el ejemplo de la hormiguita: imagínense una hormiguita en la punta de una regla de plástico, de ésas que usan los escolares para trazar el margen de sus cuadernos. Para trasladarse de un extremo al otro utilizando la manera convencional, la hormiga tendría que caminar a todo lo largo de la regla. Sin embargo, si la regla fuera lo suficientemente elástica como para permitir que yo la flexara e hiciera con ella una especie de aro en donde las dos puntas se tocaran, la hormiga sólo tendría que dar un paso para llegar al otro extremo. Luego yo dejaría de hacer fuerza sobre la regla y la misma, gracias a la elasticidad, regresaría a su estado normal. Pero con la hormiguita en el otro extremo. No puedo dejar de pensar que esa va a ser la verdadera forma de trasladarse en el Universo. En vez de pasar millones de años viajando en una nave, tendríamos que aprender a "combar" el espacio y el tiempo de forma de "acercar" nuestro objetivo. Claro, esto es pura especulación. Ni me imagino cómo lo vamos a hacer. Primero tendríamos que aprender a cambiar nuestra noción de la realidad. Y luego, encontrar la forma de combar el espacio y el tiempo. Sería fantástico. Y por supuesto que es fantasioso. Pero no tanto como creer que la primera mujer salió de la costilla del primer hombre.

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